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Simo Ghailan, pieza clave en el engranaje de Krannich Solar

No solo es brillante en lo profesional, sino que, además, posee una gran inteligencia emocional y un denotado don de gentes

La distribuidora fotovoltaica Krannich Solar recoge entre sus ventajas competitivas la de contar con un gran equipo humano. Personas formadas, con una amplia experiencia en el sector de la energía solar y una clara vocación por su trabajo son la clave del éxito y el crecimiento de la empresa en los últimos años.

En el departamento comercial de Krannich Solar España encontramos un hombre que cualquier empresa querría tener en su plantilla, por reunir todos los requisitos que se le presuponen a un trabajador ejemplar. Simo Ghailan, el nuevo director comercial de la filial española, no solo es brillante en lo profesional, sino que, además, posee una gran inteligencia emocional y un denotado don de gentes.

Simo es atento, extrovertido, empático, paciente, amable y educado, con sus compañeros de oficina y también con sus clientes. Pero, además, como trabajador, Simo se implica como el que más, es proactivo, buen comunicador, sabe escuchar y dar en todo momento una opinión sincera, y tiene una gran capacidad de liderazgo. Por todo ello, y también, obviamente, por sus excelentes resultados comerciales, Simo Ghailan se ha convertido en uno de los activos más importantes de la compañía, y así se le ha reconocido con esta reciente promoción interna.

Y es que la excelencia le ha acompañado desde pequeño. Natural de Casablanca (Marruecos), se formó en el instituto español Juan Ramón Jiménez, donde aprendió nuestro idioma hasta el punto de llegar a enamorarse de él. Su obsesión por la gramática se traduce en un cuidado del lenguaje que muy pocos tienen, menos con una lengua que no es la suya.

Después de haber crecido en su país de origen -aunque alternando cortas temporadas en Guinea por el empleo de su padre-, en 2005 aterrizó en Valencia para estudiar ADE con especialidad en finanzas en la Universitat de València. Desde bien joven, Simo aprendió que nadie le iba a regalar nada, y comenzó a compaginar los estudios con el trabajo en la hostelería. Una vez más, esa ambición personal le hizo pasar rápidamente de ser un empleado más a convertirse en el responsable del local y, muy pronto, trabajar codo con codo con el gerente para abrir nuevas líneas de negocio, como la fabricación y exportación de cervezas artesanales.

Todavía sin dejar la restauración, su historia en Krannich comienza a finales de 2014, cuando llega para hacerse cargo de la exportación y del desarrollo comercial en la zona del Magreb. Su capacidad para los idiomas (habla árabe, francés, inglés, castellano y una mica de valencià) fue algo muy valorado por el entonces gerente, Jochen Beese, que no dudó en darle una oportunidad.

Y Simo respondió con creces a ese voto de confianza. Salía de la oficina corriendo para entrar en el restaurante y, sin apenas haber descansado, volvía a la mañana siguiente a Krannich con la misma energía del día anterior. En los dos sitios rendía al máximo y mostraba una insólita vivacidad que solo se explica por su adicción al café.

A principios de 2018, con la marcha de su compañero y amigo Iñaki Pacha, Simo pasó a encargarse cada vez más de clientes españoles. Y fue en 2019 cuando finalmente tomó la determinación de dejar la hostelería para centrarse únicamente en Krannich y, de paso, ganar algunas horas de sueño. Aunque la persiana de la oficina bien sabe que Simo es siempre el último en salir.

Las virtudes de las que hemos hablado son tan evidentes que difícilmente pueden ser escondidas. Pero nuestro protagonista guarda algunos secretos que no todo el mundo sabe. Por ejemplo, su nombre es un acrónimo que procede de las palabras Sidi Mohamed. En árabe, Sidi significa Señor, y así se llama a los chicos que son los únicos varones hijos de únicos varones.

Entre sus aficiones se encuentra la filatelia -se declara un gran coleccionista de sellos de todo el mundo- y también el tenis, que dejó a los 16 años por los estudios, renunciando a la posibilidad de dedicarse profesionalmente a ello. A Simo también le gusta el buen vino, la buena música, la buena ropa (es un poco presumido) y el buen jamón (si es del caro no es pecado).

Pero, por encima de toda esta enumeración de elogios que quizá le saquen los colores, de Simo destacaríamos su magnífico sentido del humor. Es de esas personas capaces de reírse de sí mismo y hacer reír a los demás, una sana afición que le convierte, también, en un gran amigo.