Hace no muchos años, en España nos echábamos las manos a la cabeza por ver cómo, a pesar de ser uno de los países con más horas de sol de Europa, estábamos a la cola en el panorama fotovoltaico en cuanto a potencia instalada se refiere. Muchos otros vecinos del viejo continente, con mucha menos radiación solar, apostaban de manera decidida por esta tecnología, mientras que en nuestro país no dejábamos de poner trabas administrativas que impedían el desarrollo de una energía renovable que ya apuntaba a un futuro prometedor. Sin ir más lejos, Alemania, con una radiación anual de 1.000 kWh/m2, nos llevaba años luz de ventaja, mientras que aquí veíamos desaprovechados nuestros 1.620 kWh/m2.
Pero lo cierto es que esta historia ha dado un giro de ciento ochenta grados, y ahora España puede sacar pecho y decir con orgullo que ya, por fin, forma parte de la élite fotovoltaica mundial. Tanto es así que 2019 se cerró con España como el país europeo líder en potencia FV instalada (4,4 GW, por delante de los 3,9 GW de Alemania), y sexto en el ranking del mundo, solo superado por grandes naciones como China (30,1 GW), EE. UU. (13,3 GW), India (9,9 GW), y los sorprendentes Japón (7 GW) y Vietnam (4,8 GW), según datos de la Agencia Internacional de las Energías Renovables.
Pero ¿qué ha pasado realmente en nuestro país para que un cambio tan significativo haya sido posible?
La respuesta es sencilla. Con el tiempo hemos visto que todo se resumía en la voluntad política. En España contábamos con las condiciones idóneas para alcanzar estas cifras de potencia fotovoltaica instalada de las que hoy podemos hacer gala, pero el yugo del famoso Impuesto al Sol impedía ese desarrollo.
Durante el periodo 2009-2013, los ministros Sebastián y Soria se encargaron de poner en marcha una infinidad de normas (entre ellas ese impuesto sin sentido) que condenaron a nuestro sector a una travesía por el desierto hasta que, el 5 de abril de 2019, se aprobó un Real Decreto para regular las condiciones administrativas, técnicas y económicas del autoconsumo de energía eléctrica.
Este nuevo marco legal, que ya fue desgranado a la perfección por David Francés, responsable del departamento técnico de Krannich Solar España, en este artículo, supone evidentes ventajas y facilita notablemente la instalación de nuevos sistemas fotovoltaicos. El nuevo real decreto no solo acabó con el Impuesto al Sol, sino que simplificó los trámites administrativos para poner en marcha una instalación de energía solar y ha abierto la puerta a un gran abanico de escenarios que antes eran impensables, como la compensación de excedentes para instalaciones de menos de 100 kW o incluso la venta de la energía producida en el mercado libre para las instalaciones no acogidas a compensación, y el autoconsumo colectivo, una nueva figura muy interesante tanto a nivel residencial como industrial.
Entre las ventajas de este Real Decreto que han contribuido al cambio de paradigma podemos destacar, por ejemplo, que ahora las instalaciones de hasta 15 kW de potencia nominal situadas en terreno urbano no necesitan solicitar permisos para su punto de acceso y conexión a red, lo que agiliza muchísimo los trámites legislativos y técnicos. Además, en el caso de las instalaciones de hasta 100 kW existe la posibilidad de compensar los excedentes en la factura de la luz, y en los sistemas no acogidos a esta compensación, si se registran como productores de energía, esos excedentes se pueden vender en el mercado eléctrico. En este nuevo marco legal, tampoco existe un límite de potencia fotovoltaica a instalar, siempre y cuando se conecte la generación a la red de baja tensión interna y se instale un mecanismo de antivertido de energía.
Estamos ahora, por tanto, ante un momento histórico para el devenir del sector fotovoltaico, teniendo en cuenta también la importante reducción de costes que ha sufrido esta tecnología. En España, no solo tenemos las condiciones climáticas óptimas para el desarrollo de la energía solar, sino que ahora, por fin, existe un marco legal propicio para ello.
Invertir en energía fotovoltaico para autoconsumo en España es ahora más rentable que nunca. No solo a nivel residencial, sino especialmente para empresas de todo tipo, el autoconsumo fotovoltaico es una solución idónea a la hora de reducir la factura de la luz.
Empresas de todos los sectores se han sumado a la “moda fotovoltaica” para reducir sus costes y ser más competitivas, además de, obviamente, contribuir a la lucha contra el cambio climático y en pro de un modelo energético más sostenible.
Industrias manufactureras de todo tipo de productos, cooperativas agrícolas y ganaderas, oficinas y pequeños y medianos negocios apuestan ya por el autoconsumo fotovoltaico en nuestro país. Incluso existen iniciativas con vistas a futuro como la colocación de marquesinas fotovoltaicas en las autopistas y carreteras europeas con el fin de aprovechas estas vías de circulación para la generación de electricidad limpia.
La fotovoltaica está creciendo a pasos agigantados en España y esta tendencia se puede observar claramente en la contribución directa del sector al PIB nacional, que ha pasado de significar un 0,20% en 2017, a un 0,22% en 2018 y un 0,26% en 2019. Además, el pasado año el impacto económico de las exportaciones en este ámbito fue de 2.540 millones de euros, un 54% que en 2018. Y, por último, otro dato que avala el creciente peso de la energía solar en nuestra economía es el empleo. En 2019, el sector fotovoltaico creó 58.699 empleos, tal y como explica Antonio Barrero en este artículo de la revista Energías Renovables.
Nadie puede negar las consecuencias de la crisis del coronavirus en la economía global y también, por supuesto, en el sector fotovoltaico, que se ha visto debilitado sobre todo en cuestiones logísticas, de disponibilidad de material y de aplazamiento de proyectos pendientes.
Pero de la misma manera, tampoco se pueden negar unos datos que hablan de un volumen de negocio en crecimiento y que apuntan a un futuro más que prometedor. La recuperación económica pasa, en gran parte, por una apuesta decidida por las energías renovables. El cambio de modelo energético es inminente, y el sector fotovoltaico debe estar preparado para liderarlo.
España está llamada a ser, junto con otros grandes mercados como Alemania, el líder europeo de este crecimiento que ya empezamos a percibir antes de la pandemia y que sin duda irá a más. No obstante, a este optimismo avalado por las cifras, cabe sumarle la paciencia y la prudencia. Si bien es cierto que la fotovoltaica tiene cada vez un mayor peso dentro del mix energético español (actualmente supone aproximadamente un 9,3% del mismo), todavía hay algunas asignaturas pendientes y algunos retos importantes de cara al futuro, como, por ejemplo, la movilidad eléctrica o el almacenamiento a gran escala de los excedentes de cualquier instalación generadora renovable. También es necesario acabar con las diferencias entre comunidades autónomas en el marco regulatorio para facilitar aún más los trámites de las instalaciones.
España ha liderado la industria fotovoltaica europea en 2019, pero lo cierto es que todavía tiene por delante un largo camino que recorrer. Si nos fijamos en la potencia acumulada histórica, nuestro país no forma parte ni del top 10, lo que nos da una pista de cuán tarde hemos llegado a este compromiso. Lo importante es que lo hemos hecho. Contamos con unas condiciones meteorológicas envidiables, unos precios competitivos y, ahora también, con una legislación favorable. Solo queda esperar para confirmar que la fotovoltaica está destinada a hacer grandes cosas en nuestro país.